DESDE HUNGRÍA HASTA PARÍS VIAJÓ UN TRABAJO QUE CONTRIBUYÓ DECISIVAMENTE A LA CONSOLIDACIÓN DEL ESPÍRITU COSMOPOLITA E INTERNACIONAL DE LA CIUDAD DEL AMOR EN LA DÉCADA DE LOS TREINTA. UN FASCINADO DEL LUGAR Y SU ESPÍRITU, QUE LO VIVIÓ Y CONOCIÓ DE MANERA CASI FAMILIAR, DABA COMIENZO A SU RELACIÓN CON EL ARTE DE LA FOTOGRAFÍA COMO SENTIDO HOMENAJE Y MÁXIMA EXPRESIÓN DE ESE IDILIO TAN PARTICULAR.
El genial Brassaï fue una de las figuras más destacadas de entre los fotógrafos europeos y americanos cuyo trabajo, en el período de entreguerras, enriqueció enormemente el potencial de la disciplina como forma de expresión artística. Todo en él giró en torno a la capital francesa, a pesar de que su obra se extendió más allá de ella abarcando retratos, desnudos, naturalezas muertas, imágenes de la vida cotidiana, rincones pintorescos y monumentos captados de día, de los que también existe material abundante a pesar de ser mundialmente conocido por su nocturnidad.
Pseudónimo de Gyulá Halász, nace en 1899 en Brassó, Transilvania (hoy Braşov, en la actual Rumania), lugar de donde procede el nombre que más tarde escogería para firmar sus fotografías (“Brassaï” significa, literalmente, “de Brassó”). De allí pasaría a Budapest –estudió Arte- y Berlín, para desembarcar en la capital del Sena tras obtener ciertos ingresos trabajando la caricatura dando servicio a periódicos alemanes y húngaros, y de tener su propio negocio: una agencia fotográfica, donde empezó sirviendo material de otros mientras despertaba en él el interés definitivo por la lente. Este hecho le llevaría a abandonar por un tiempo la pintura y la escultura, no volviendo al dibujo hasta la ocupación alemana, cuando incluso empezó a escribir.
Y es que en la noche de París comenzó todo. Por ella empezó con la cámara, y gracias a ella ostenta un lugar importante entre los pioneros de la fotografía moderna. Allí pulió un estilo franco y directo capaz de transformar lo representado, con un talento que extraía de la vida cotidiana imágenes icónicas de gran potencia, tal y como muestran las famosas instantáneas con los adoquines de las calles de la ciudad. Si bien a principios de siglo el arte fotográfico no tuvo mayor valor que el derivado de servir fielmente a la realidad, el mérito de Brassaï y su generación se haya en rechazar tal enfoque y comenzar a explorar el potencial artístico de lo común y lo corriente. No fue, sin embargo, hasta los setenta cuando esta herejía inicial fuera aplaudida unánimemente, con el artista como figura principal.
La Fundación Mapfre y Peter Galassi, comisario y quien fuera conservador jefe del Departamento de Fotografía del Museum of Modern Art de Nueva York desde 1991 a 2011, han recolectado más de doscientas piezas (fotografías de época, varios dibujos, una escultura y material documental) agrupadas en doce secciones temáticas. Es ésta la primera exposición retrospectiva de Brassaï organizada desde el año 2000 (Centro Pompidou), pero sobretodo, es el regreso a España tras la parada de 1993. Seguirá a Barcelona y Madrid, el San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA), donde la muestra viaja del 17 de noviembre de 2018 al 17 de febrero de 2019 para seguir mostrando una profunda y amplia mirada del singular artista.
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