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La belleza también es S.O.S.tenible (Por Paloma Blanco)



En 1987, la Comisión Mundial para el Medioambiente y Desarrollo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) definió la sostenibilidad como “el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para cubrir sus propias necesidades”. Esta definición quedó recogida en un documento conocido como Informe Brundtland (titulado originalmente 'Nuestro futuro común'), en alusión a la doctora noruega Gro Harlem Brundtland que encabezó el grupo de trabajo.


También asumió la definición en 1992 El Principio 3º de la Declaración de Río sobre el Medioambiente y el Desarrollo. Por su parte, la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, diez años después, reafirmó el término como eje clave de la agenda internacional. Ya en 2015, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron diecisiete Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la cual se establece un plan para alcanzar los Objetivos en quince años, porque el modelo económico de crecimiento no podía tener un impacto negativo en el medio ambiente.

Desde esa primera fecha avanza el concepto, aunque sometido a diferentes usos, interpretaciones y enfoques que a veces lo desdibujan. Pero, lo importante es que su aplicación práctica sigue adelante con más o menos interés o intereses.


La raíz de la palabra ‘sosteniblilidad’ tiene que ver con el sustento, -con sostener la vida humana- y, por lo tanto, es un concepto que ha de englobarlo todo en cuanto a proteger el planeta y mejorar las vidas y las expectativas de las personas en todo el mundo. De este modo la protección ambiental debía tratarse y de hecho se trata desde una perspectiva global, es decir, cada sector productivo, por su parte, y la población en general deben observar y acatar normas de conservación y protección que den seguridad y perspectiva de vida al planeta.



"La palabra ‘sosteniblilidad’ tiene que ver con el sustento, -con sostener la vida humana-, por tanto, es un concepto que ha de englobarlo todo en cuanto a proteger el planeta y mejorar las vidas y las expectativas de las personas en todo el mundo. El 50% de la población mundial será “ecoactiva” en el 2030, mientras que en 2022 esta cifra solo llega al 22%."


La sociedad actual viene tomando conciencia de esta situación y la industria cosmética, y el mundo de la belleza en general, se ha sumado a las causas comprometidas con el medio ambiente, conectando sus objetivos y esfuerzos en el ámbito de la sostenibilidad con la sensibilidad y aspiración de los consumidores de forma diferenciada, con la idea de que se deben realizar acciones concretas para asegurar que el desarrollo de hoy no afecte o impacte de forma negativa a las generaciones futuras.


La primera gran sacudida a la conciencia mundial sobre el desarrollo sostenible requiere un enfoque integral que tome en consideración las preocupaciones ambientales junto con el desarrollo económico. Son muchos los sectores e industrias así como las respectivas marcas los que se han sensibilizado y encauzado su trabajo por directrices sostenibles, llevando a cabo acciones centradas en la mejora de los procesos de selección, formulación, fabricación, reciclaje y distribución de sus productos, en la mayoría de ellas, con el fin de controlar los riesgos, comprometiéndose de esta forma con un modelo de progreso. Algunas firmas ya lo hacían, otras han surgido y/o alzado la voz en este nuevo auge.


La industria cosmética, y el mundo de la belleza en general, se ha sumado a las causas comprometidas con el medio ambiente, conectando sus objetivos y esfuerzos en el ámbito de la sostenibilidad con la sensibilidad y aspiración de los consumidores.


Según datos de Kantar, casi el sesenta por ciento de la población trata de evitar el uso de productos perjudiciales para el medio ambiente De hecho, el 50% de la población mundial será “ecoactiva” en el 2030, mientras que en 2022 esta cifra solo llega al 22%, tal como desvela el mencionado estudio.


Hay que puntualizar, así mismo, que algunas compañías abusan del denominado “greenwashing”, término que consiste en catalogar a los productos como ecológicos y respetuosos con el medioambiente cuando realmente no lo son. Estamos ante un sector que crece aproximadamente un 10% anual, convirtiéndose en una nueva tendencia social y comercial que promete grandes intereses económicos, por lo que la apuesta puede ser atractiva para determinados entes comerciales.




Pero, por el momento, las marcas de belleza llevan la ética por bandera y han dado un giro importante hacia esta nueva manera de producir responsablemente, priorizando los productos con ingredientes naturales conocidos como 'clean beauty', veganos, biodegradables o “cruelty free”. Saber que los ingredientes naturales de las cremas vengan de cultivos sostenibles o que no jueguen con la vida de los animales, puede determinar la elección de un cosmético u otro y con ello la tendencia de consumo y la línea comercial a seguir por las empresas.


Según el estudio Kantar, el envase, es uno de los primeros puntos de atención para el consumidor a la hora de comprar un producto sostenible: que se pueda reciclar o que esté hecho con materiales reciclados. En el mismo informe también destacan que las mayores preocupaciones de los compradores tienen que ver con el cambio climático (42%), la calidad del agua (36%), el uso de plásticos (un 34%) y la deforestación (28 %).


A raíz de esta nueva serie de preocupaciones han ido surgiendo marcas que apuestan por esta filosofía y que, además, se han hecho un hueco en este mercado, algunas ya con una posición altamente consolidada, por status y por la calidad de sus productos.


Citaremos varios para confirmar los pasos del sector, así, el compromiso de sostenibilidad macro del Grupo LÓreal con “L’Oréal for the Future”, de objetivos ambiciosos a fecha 2030 (entre ellos, reducir a cero la huella de carbono, el uso exclusivo de agua reciclada, el empleo de ingredientes 100% naturales y de envases de plástico reciclado –o bioplástico-antes de ese año), que implica a sus treinta y seis marcas internacionales, entre ellas Kiehl´s a través de su iniciativa “Future Made Better”. En este caso y en otros similares estas acciones concuerdan con los valores de Asociaciones o empresas con trabajos dirigidos a fines conservacionistas y de cuidado del medio ambiente.


Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética que integra a más de cuatrocientas entidades que fabrican y distribuyen perfumes, cosméticos y productos de cuidado personal en España, también defiende la sostenibilidad en el sector cosmético con su adhesión a la plataforma global EcoBeauty Score Consortium, formado en sus inicios por Henkel, L’Oréal, LVMH, Natura &Co y Unilever y en el que Stanpa ha estado presente desde su nacimiento a través de Cosmetics Europe. Este consorcio tiene como objetivo desarrollar un sistema común para calcular la huella ambiental de los productos cosméticos.


Weleda, es otro ejemplo que entiende que la sostenibilidad es dar tanto como se recibe. La compañía utiliza en sus productos alrededor de mil materias primas diferentes, de origen ético, procedentes, en su mayoría, de sus propios huertos. Pero no basta con que sus ingredientes sean naturales, sino que han de ser al mismo tiempo naturalmente eficaces, y deben favorecer las funciones del cuerpo para autorregularse y restablecer el bienestar. Su campaña “You Are Nature” tiene como objetivo concienciar a los consumidores de la importancia de estar conectados con la naturaleza, respetándola y favoreciendo su recuperación. Es la suya una sincera invitación a hacer un consumo responsable


La Provençale Bio, catalogada como la belleza de lo artesanal, llega a España con la Denominación de Origen Provenza. Ha sido la marca Bio revelación en Francia en 2020. En su catálogo se encuentra una completa gama de cosméticos comprometidos con la naturaleza, enriquecidos con las propiedades antioxidantes del aceite de Oliva y con fórmulas que ofrecen un valor añadido que habla de transparencia a la hora de comunicar sus componentes y su fabricación.


La abeja inspira a la firma Guerlain desde 1853. Este insecto se ha convertido en el epicentro de su compromiso con la sostenibilidad, y en definitiva con el planeta, ya que cerca del setenta y cinco por ciento de las plantas cultivadas y el noventa por ciento de las plantas silvestres con flor dependen de los polinizadores. Tras casi dos siglos de producción basada en la idea de que las más bellas fragancias se encuentran en la naturaleza, han sacado una colección que encarna el compromiso y los valores de belleza e innovación sostenible.


Si hay una pionera en cosmética natural holística en España, con más de treinta y cinco años comprometida con la belleza, esa es Alquimia. Sus productos aúnan toda la energía de los aceites naturales con experiencias de bienestar. El éxito de sus fórmulas está en el resultado de la mezcla de extractos de sus aceites esenciales, aceites vegetales, texturas balsámicas, así como de la gran fuerza de sus aromas naturales que actúan como remedio y terapia a nivel cutáneo, orgánico, emocional y energético.


Otro referente es Sephora, que da un paso más para cuidar con “cuidado”, especialmente mediante la creación de un programa cuyo objetivo es ofrecer una belleza que piense en el mundo y en los demás. La compañía cuenta en la actualidad con más de seis mil referencias con estos sellos, siendo cada uno garante de unos procedimientos o ingredientes usados. Por un lado está, “Good for you”, con fórmulas compuestas por al menos un 90% de ingredientes naturales; “Good for a better planet”, identifica productos con ingredientes de origen responsable y/o que cuentan con envases de diseño ecológico; “Good for vegan” señala los productos aptos para veganos, sin ingredientes de origen animal; mientras que el sello “Good for recycling” resume un proceso que supera a los frascos de fragancias, pues la recogida de los envases se extiende a los productos de cuidado de la piel y maquillaje para reciclarlos o reutilizarlos.


Por su parte, la firma de cosmética natural Alskin ofrece, a través del conocimiento, la ciencia y la investigación, los tratamientos más avanzados y punteros en cosmética exclusiva natural certificada, con fórmulas en las que cada principio activo es elegido y formulado para trabajar las necesidades de la piel. Cada producto contiene auténticos elixires de alta cosmética marina orgánica y sostenible,


Así, también, la cosmética orgánica con mayor concentración de activos se encuentra en la firma Albalab Bio. Sus fórmulas nacen en los bosques leoneses (la mayor riqueza de reservas de la biosfera a nivel global está en la Cornisa Cantábrica).


Y si pensamos en cosmética natural, eficiente y de avanzada tecnología, encontramos a Lico Cosmetics, una firma española creada como “laboratorio de ingeniería cosmética”, nicho de destacada eficiencia, con la última tecnología en principios activos junto a materias primas cien por cien naturales.


Podríamos seguir hablando de una larga lista de firmas consecuentes que en la actualidad comparten y llevan a cabo este conservacionismo clave de vida. La lista sería amplia, en diferentes estadios, productos y utilidades, que han llevado a otras como Lush o Urban Decay, en este caso, a hacer “mejores” las paletas de sombras de ojos, ahora veganas y de gran pigmentación, realizadas con papel ecológico. Imposible no fijarse en este modelo cosmético de impacto visual y características saludables para el entorno.


Ya que uno de los sectores que se enfrenta al futuro con más retos en cuanto a la sostenibilidad es el cosmético, no tiene más remedio que buscar modelos cada vez más sostenibles en la producción y comercialización de sus productos. El reto es desarrollar productos que generen un menor impacto ambiental sin renunciar a la eficacia: preservando la biodiversidad; poniendo en valor los materiales ecológicos y renovables; utilizando la química verde; fomentando una mejor gestión de los recursos naturales, las emisiones y los residuos y utilizando embalajes reciclables. Así lo proclama Ecocert cuando confirma que “cada día más consumidores buscan los certificados ecológicos o naturales en las etiquetas de los productos”.


“Cada día más consumidores buscan los certificados ecológicos o naturales en las etiquetas de los productos”, confirma Ecocert.


En este punto, es importante tener en cuenta que existe una gran variedad de certificados de cosmética ecológica/natural y que cada uno se obtiene de acuerdo a diferentes criterios, aunque todos tienen la característica común de contribuir al respeto del planeta y de la salud. Destacar que es el producto el que adquiere un sello de certificación y no la marca, de ahí que sea fundamental saber leer bien la etiqueta y reconocer los sellos (entre otros: Eco, Bio, Ecocert, Nat, 'NaTrue' o 'B-Corp' que garantizan los compromisos sociales y ambientales marcados. También Cosmos que, por su parte, engloba: Cosmebio (Francia), BDIH (Alemania), Soil Association (Británica), Instituto per la Certificazione Etica e Ambientale –ICEA- (Italia)… Existen, así mismo, certificaciones para reconocer los productos locales. En el caso de España, tenemos la certificación BioVidaSana.

Entendemos por “cosmética natural” aquella que utiliza ingredientes naturales sometidos a sencillos procesos de transformación química. Sin aditivos o en cantidades pequeñas, y en ningún caso perjudiciales ni para el medioambiente ni para nuestra salud. Las denominaciones “orgánica, bio o eco” de los ingredientes son sinónimas, pero más restrictivas que “natural”, ya que exigen que sus ingredientes se hayan producido de acuerdo con los criterios de la agricultura ecológica. El sello “vegano”, indica que no se utilizan ingredientes de origen animal, pero que no necesariamente son ingredientes naturales o ecológicos.


Es el producto el que adquiere un sello de certificación y no la marca, de ahí que sea fundamental saber leer bien la etiqueta y reconocer los sellos.


Se trata de que el sector proteja el medio ambiente en cada paso de la producción, ya que los consumidores están cada vez más informados y piden que los productos estén fabricados de manera ética y respetuosa. Por ello, es esencial que esta industria también lo tenga en cuenta para adaptarse a estas nuevas necesidades.



Un primer paso habla de ingredientes y de formulaciones. La denominada cosmética natural o eco no va más allá de respetar los códigos de seguridad tanto para el cuerpo humano, háblese de la piel, como para el entorno. Las diferentes certificaciones avalan la salubridad de las fórmulas y marcan la trayectoria de un buen uso común. Actualmente hay un control más exhaustivo sobre las materias primas (ingredientes, aditivos, reactivos o similares) utilizados en la elaboración de productos cosméticos tanto por parte de la industria cosmética en sí como de los organismos que velan por la salud en términos generales, que incluye la medioambiental. Estas materias primas varían de manera significativa entre un producto u otro, y pueden ser naturales, como los de origen animal y vegetal, o artificiales, que se elaboran en laboratorios y fábricas.


En el caso de los cosméticos, las materias primas utilizadas para su preparación deben ser seleccionadas con cuidado y deben cumplir siempre los más altos estándares de calidad y seguridad para evitar cualquier tipo de reacción al ser utilizados. Cobra especial importancia su origen y los procesos productivos asociados a la obtención de los ingredientes.


Entre las materias primas de origen animal la que más destaca es la miel, producto elaborado por las abejas que tiene una amplia variedad de aplicaciones. En la industria cosmética se utiliza por ser antiséptica y actúa como un cicatrizante cutáneo natural, además de hidratante.


Por su parte, las materias primas vegetales tienen un papel mayor en la industria cosmética. Se suelen utilizar extractos de plantas, como el té verde, el polvo de arroz o las raíces de lirio. Entre los ingredientes que se usan para la fabricación del maquillaje, la mayoría son naturales y son resultados de la conocida como agricultura biológica. Este tipo de productos sirven para conseguir un resultado final sin químicos, como el parabeno, las sales de aluminio y otros aceites minerales cuyo uso está muy extendido.


El proceso de elaboración de cosméticos también tiene que cumplir normativas que aseguren un resultado ético en todos los campos. Este proceso lleva a cabo la revisión y mezcla de materias primas, según especificaciones del procedimiento del producto, para alcanzar sus características previstas en cuanto a consistencia, color, eficacia, etc., con la consiguiente revisión y análisis de producto final. Hablamos de qué cantidad de energía y de agua se ha usado en el proceso de producción, si ésta ha sido eficiente y si se han utilizado energías renovables. Así como cuántos residuos ha generado todo este proceso.



El proceso de elaboración de cosméticos tiene que cumplir normativas que aseguren un resultado ético en todos los campos.


En este paso, el CO2, muy opinado, se viene posicionando como un proceso de obtención de ingredientes para el sector cosmético y de perfumería alineado con las nuevas demandas de los consumidores hacia productos éticos y sostenibles. Los extractos obtenidos con CO2 están siendo una tendencia en auge en el sector cosmético por sus propiedades frente a extractos convencionales obtenidos con disolventes orgánicos.



El agua merece también mención especial, aunque cabrían muchas más variables a evaluar. Este elemento, como bien esencial y actualmente escaso, toma especial relieve en este campo. Muchos expertos aseguran que se trata del recurso que más se revalorizará en el futuro. En la mayoría de los cosméticos, el agua es el componente de más peso que influye en la estabilidad del producto. El sector de la belleza, inmerso en un proceso de búsqueda de soluciones para mejorar la sostenibilidad del sector, ha empezado a trabajar nuevas fórmulas sin agua (los waterless en su denominación inglesa), una formulación más limpia para el medio ambiente (una crema o emulsión puede contener entre un 50% y un 70% de agua). A pesar de que el movimiento de la cosmética sin agua ha sido impulsado principalmente por marcas independientes más pequeñas, algunas de las grandes empresas están apostando también por estas soluciones anhídridas


Otro elemento importante en esta ecuación son los envases. La fórmula biodegradable o reutilizable es la adecuada a este cometido sostenible que tiene que ver también con el packaging. Se debe reducir la huella de la producción e invertir en envases que puedan tener una segunda vida (se calcula que actualmente se acumulan casi 8,5 millones de toneladas de plástico en el planeta, y las firmas de belleza son uno de los responsables debido al envasado excesivo de sus productos a base de este material). Como reclamo para el consumidor, sería un punto más para la industria cosmética indicar también el concepto “plástico free o “plástico reciclable”, en caso de su utilización.


Numerosas marcas están en vías de realizar una transición hacia recipientes reciclables. Sander Drefuyt, responsable de la iniciativa New Plastics Economy de Ellen MacArthur Foundation, ha conseguido que 400 empresas (entre ellas, el grupo L’Oréal y Unilever) firmen un compromiso para un futuro sin desechos plásticos a través de la economía circular.


No podemos cerrar este informe sin mencionar la expansión cosmética de proximidad de marcas autónomas de supermercados que fabrican sus propios productos de “residuo cero” que permiten la reutilización.


En cuanto al transporte de los productos cabe señalar que es otra meta, ya que tendría que ser lo menos contaminante posible, pero aquí entendemos que entramos en otro estadio que merece análisis aparte.


Con el aumento del número de consumidores conscientes que optan por un consumo responsable y los profesionales del sector cosmético con una labor más respetuosa que, a su vez, buscan diferenciarse, cada vez lo tendremos más fácil para encontrar las alternativas necesarias para salvaguardar el planeta. La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible está en marcha también para el sector cosmético.


 





 

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