Un auténtico súper deportivo que se suma a la cada día más larga lista de vehículos que superan el millón de euros. Por este hay que desembolsar más de dos millones… sin extra alguno e impuestos aparte. De él se sabe que su pintura cuesta lo que todo un señor Lamborghini Aventador, con su acabado en fibra de carbono KNC (Koenigsegg Naked Carbon) superando los trescientos setenta mil euros. Ante eso –y para que no se diga- la marca ofrecer el detalle de presentar cinco colores sólidos sin pagar sobrecoste.
Si se buscan características para perfeccionar la personalización, el acabado metalizado supera los once mil euros, el perlado los veinte mil… y subiendo. Ahí llega una banda central en pintura de oro incrementando la cuenta hasta superar los treinta y seis mil, o esas estupendas, ultraligeras y carísimas llantas de carbono por cerca de noventa mil euros. Este es el precio de construir un coche único. Casi nada.
Frente a la crisis, el mercado de exclusivas máquinas solo aptas para millonarios con mayúsculas -Batman aparte-, no cesa en su crecimiento. El fabricante sueco ofrece una bestia con hasta mil seiscientos caballos de potencia, con velocidades que ponen a prueba los que un día fueron los récords fijados por el Bugatti Chiron.