CRISIS TAMBIÉN ES OPORTUNIDAD. Y EL SECTOR DE LA HOSTELERÍA APROVECHA LA ÉPOCA PARA REPENSAR POSIBILIDADES, IDEAS Y NUEVOS PROYECTOS. REINVENTARSE PARA SEGUIR SIENDO MODELOS DE ÉXITO ES UNO DE LOS PARÁMETROS QUE GUÍA EL DÍA A DÍA DE LAS TAMBIÉN MUCHAS EMPRESAS QUE CONVIVEN Y SOBREVIVEN. UNO DE LOS GRANDES EJEMPLOS, ADAPTADO A DIFERENTES REALIDADES DESDE SU COCINA, ES RUBAIYAT.
Uno de los mejores exponentes por su buen hacer gastronómico -ejemplo por sus continuas novedades culinarias y la seguridad presente en los diferentes espacios del local- es Rubaiyat. Con sus emblemáticos platos de carne, y otros nuevos y frescos, siempre están dispuestos a trasladar a los clientes a los orígenes tropicales que forman parte de la identidad del grupo. Por tanto, la respuesta es sí: los matices brasileños inundan la carta de Rubaiyat.
Mariana Argeoli es su gran valedora. En el menester de dar continuidad a esa filosofía en el origen de los platos, su chef hace también hincapié en sus raíces y vivencias, incorporando delicias como el ceviche de lubina con granizado de caipirinha de mandarina, el atún rojo a la parrilla con sésamo negro, quinoa, chutney de mora y espuma de jengibre o, de postre, una pecaminosa tarta de queso con helado de guayaba.
Y es que Rubaiyat lleva años empeñado en demostrar que es más que una gran variedad de carnes de excelente calidad. Por ello destaca con cortes de reses de crianza propia provenientes de su hacienda brasileña que luego trabaja a la parrilla de carbón vegetal. Ahí están el Baby Beef, Bife de Chorizo, Master Beef (chuleta con entre cuarenta y sesenta días de maduración) o la reina, bien llamada Queen beef. Todo ello aderezado con las deliciosas patatas suflé que acompañan -y también abren boca- su steak tartar o las empanadas de solomillo, propuestas indispensables.
A su vez es inevitable detenerse en sus combinados. Aparte de la icónica caipiriña, disponen de una extensa y consolidada propuesta de bebidas, con una refrescante presentación que gana peso y fuerza con el incomparable marco de su terraza de fondo. Aquí la mente se sumerge en un oasis paradisiaco, alejado del ruido del centro de la urbe en que se localiza, merced a una frondosa vegetación. Buen sabor para boca y cuerpo en general que es obligatorio recordar muy a menudo.
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