Pasa un año de su remodelación, pero no pasa ni acaba el tiempo de gloria. El que fuera lugar de referencia para estrellas como Grace Kelly -fue allí donde ella y Rainiero de Mónaco pasaron su luna de miel- además de espacio de los grandes eventos que suceden en la ciudad o alojamiento de personas de la más alta sociedad, está listo para regresar a la primera fila del sector nupcial. El día más especial tiene aquí esperando una experiencia inolvidable basada en dos palabras clave: cariño y excelencia.
Todo es más fácil si cuentas con un equipo de wedding planners que personalizan y atienden todo lo que vienes soñando. ¿Te imaginas como Ava Gardner en el pasado, bajando sus escaleras hasta la majestuosa cúpula de cristal? Pues empieza a hacerlo porque desde que cruzas la puerta de entrada del hotel te van a hacer sentir realmente especial. ¿Qué esperar de un lugar donde te regalan una suite por compartir con ellos tu gran momento?
En la visita a sus salones, las paradas son en el salón Real y en el salón Felipe IV. El primero conserva todos los detalles históricos y decoración que lo vio nacer, sumado al esfuerzo del arquitecto Rafael de La-Hoz para dejar un espacio diáfano que no pierde ni un ápice de su atmósfera intimista. El segundo es un “baño de oro” -el pan de oro ha sido recuperado con la restauración llevada a cabo- y brilla como ninguno merced a la luz natural que acaricia todos los rincones.
De la parte gastronómica se ocupa el mágico chef Quique Dacosta, director creativo de todos los espacios del hotel, que dejará huella en la vista y paladar de todos tus invitados; de relajarte, peinarte y maquillarte, el spa y The Beauty Concept, presentes en el mismo hotel para mayor ayuda. Tampoco te preocupes de la floristería, decoración y el montaje, pues las empresas Brumalis, Cashmere y Sassot Sound aguardan listas para servir a tus deseos.
Como ves, poco queda por decir salvo darte la enhorabuena, recordarte que no olvides las fotos en su Jardín y brindar por una boda cinco estrellas.