LA DONOSTIARRA SOCIEDAD ANÓNIMA DE DEPORTES Y ESPECTÁCULOS (SADE) VE LA LUZ EN 1925, FECHA A PARTIR DE LA CUAL SE DEDICA A TODO TIPO DE ACTIVIDADES CULTURALES Y DEPORTIVAS COMO LOS FRONTONES, EL TEATRO O LAS SALAS DE CINE. ACTUALMENTE PROPIETARIA DE LOS CINES PRÍNCIPE, ANTIGUO BERRI Y TRUEBA, ES LA ÚNICA EMPRESA DE EXHIBICIÓN CINEMATOGRÁFICA Y UNO DE LOS COLABORADORES DEL PRESTIGIOSO FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN. LASALA ES SU ÚLTIMA INCURSIÓN EN EL MUNDO DE LOS NEGOCIOS, Y DICHO SEA DE PASO, TAMBIÉN HA QUEDADO DE CINE.
Un verdadero embajador cultural de Donostia es el responsable de la explotación del Lasala Plaza. Un grado de compromiso con la ciudad manifiesto que da mayor recorrido a aquella aventura de abril del 2009, el Astoria 7, un innovador hotel que ya rindió homenaje al mundo del cine de manera innovadora.
Llega ahora la cultura del mar y un guiño a todo lo que ella supone. A disposición del visitante se haya, a través de su decoración y propuesta conceptual, una gran representación del glamour y la elegancia de una ciudad volcada al mar y a su imponente bahía de la Concha. Un genuino Art Hotel que acoge fotos, fototipias, grabados y demás piezas artísticas en colaboración con seis museos distintos de la zona, listo para transportar a los clientes a la época en la que la ciudad era uno de los destinos de moda entre la realeza y los viajeros de la alta sociedad.
Así, y de manera pionera, Lasala Plaza es la perfecta expresión de la tradición, la historia local y los valores. Con una ubicación céntrica y simbólica, los mejores servicios hoteleros y modernas tecnologías encuentran acomodo en sus seis plantas y cincuenta y ocho habitaciones de estilo clásico francés. Seis tipos distintos de cuartos, unos mirando al mar otros hacia la Parte Vieja, pero todos entre los treinta y los cincuenta metros cuadrados.
De manera no pionera -pues ya llevan muchos años siguiendo la férrea y rigurosa línea de éxito-, siguen generando empleo (ahora son treinta y seis nuevos puestos) y vuelven a recuperar y dar vida a un edificio singular. Prima la calidad en un edificio construido en 1917, conservado y respetado para disfrutarlo en la actualidad como emblema digno de la mejor zona romántica de San Sebastián, colindante con la zona portuaria. A ello se suma una atención exclusiva que ofrece valor añadido para que la experiencia sea intensa y profunda.
Como no podía ser menos, la gastronomía tiene un papel central. Fuera del hotel, se abre un abanico al que no es posible no entregarse en cuerpo y alma; dentro, la Jarana Taberna es prueba de la Donostia más auténtica. Guiado por el chef Ánder González, es equilibrio entre la buena gestión de la temporalidad, de lo clásico, y la modernidad de una técnica depurada y bien entendida. Se disfruta también desde su azotea, uno de los espacios más exclusivos del hotel, que dispone de terraza-solarium, con piscina, sofás y tumbonas donde aguarda una panorámica completa de la ciudad.
Darían para demasiado estas dos páginas si se ahonda más en su posición como garante de la cultura vasca, si se muestran todas las apuestas de su propuesta gastronómica, si se explica el porqué de la figura del león en el logotipo del hotel, diseñado por Laura Berthier…, pero lo mejor queda reservado para su visita. Eso sí, llame con tiempo, pues no todos pueden ser donostiarras aunque quieran.
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