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ARCOmadrid 2025: innovación, mercado (y la mirada de Albano Hernández)

AVENUE ILLUSTRATED

La 44ª edición de ARCOmadrid ha cerrado con un balance excepcional: más de 214 galerías de 36 países, adquisiciones institucionales de grandes museos y un enfoque innovador que este año ha puesto la mirada en el Amazonas y su futuro artístico. Con más de 95.000 visitantes, la feria ha reafirmado su papel como plataforma clave en el mercado del arte, conectando Europa y Latinoamérica en un espacio donde tradición y vanguardia se encuentran.


Muchas obras y mucha actividad, pero mirando hacia nuestro país y deteniéndonos en Ávila, queremos destacar el trabajo de Albano Hernández. Con una trayectoria que lo ha llevado de Frieze Sculpture en Londres a Art Basel Hong Kong, su obra desafía los límites entre pintura y escultura, explorando el upcycling art y el impacto del consumismo en la creación artística. Albano nos recuerda que el arte es un espejo de la sociedad, y su trabajo invita a reflexionar sobre la materialidad, el exceso y la transformación.


Por ello ha pasado por nuestras páginas de AVENUE ILLUSTRATED, en un encuentro donde este ganador del Premio BMW de pintura nos ofrece su mirada del futuro desde la magia de su estudio.



Albano Hernández

Ganador del premio BMW de pintura, Albano Hernández se ha labrado un hueco en el panorama artístico internacional. El pasado otoño instalaba The Shadow en la londinense Frieze Sculpture, evento en el que hasta entonces solo habían participado tres artistas españoles (Miró, Plensa y Barceló). Ahora, con Art Basel Hong Kong a la vuelta de la esquina y trabajando en un proyecto para la Dulwich Picture Gallery, Albano nos abre las puertas de su estudio, ilusionado por volver a exponer en Madrid en la próxima edición de ARCO.


¿Cómo empezó todo? ¿Podría compartirnos un poco de esos comienzos en el mundo del arte? 

Empecé pintando al lado de mi padre, Antonio de Ávila, y desde mi niñez he estado en contacto con el arte. De él aprendí numerosas técnicas que me han ayudado a materializar las ideas y conceptos que posteriormente he desarrollado a lo largo de mi carrera hasta mi ingreso en el Royal College of Art de Londres. Allí llevé a cabo una investigación donde cambié la pintura y los pinceles por materiales reciclados y una máquina cortadora de fiambre. La pintura es un camino de evolución constante que requiere mucho esfuerzo y dedicación. Mis inquietudes sobre materialidad y consumismo me llevaron en esa dirección, y ahora el taller es un híbrido entre estudio y cocina. 


Nacido y criado en Ávila hasta tu traslado a Madrid para estudiar Bellas Artes en la Universidad Complutense, ¿qué huella le han dejado estas dos ciudades y cómo impacta la experiencia personal en su arte? 

Soy abulense y cuanto más lejos estoy de mi ciudad, más siento la influencia que Ávila y su tradición mística tienen en mi acercamiento a la materialidad y a la sencillez. Creo que Castilla y Ávila son inherentes a mi obra. Miguel Delibes describió la impotencia del agricultor frente al cielo, la conciencia de su insignificancia en un paisaje infinito que acentúa la religiosidad del castellano. Esta dependencia del tiempo genera inestabilidad y enseña a ser austero y humilde, sin derroches ni excesos. Figuras como Teresa de Jesús o Juan de la Cruz son un ejemplo de este carácter. Creo que esta sencillez del carácter castellano es un camino hacia la pureza. La dicotomía Pureza - Impureza es un elemento clave en mi obra, donde las impurezas de los materiales de desecho aparecen sobre la pureza de la materia. Además, creo que crecer rodeado por montañas es también un factor fundamental para entender esa espiritualidad y despojarse de lo innecesario. Andar por las montañas es una práctica altamente didáctica, nos enseña a cargar únicamente con lo básico y nos sitúa en una perspectiva donde la vida en las ciudades se antoja demasiado confusa y compleja. “Después que me he puesto en nada hallo que nada me falta”, escribía Juan de la Cruz. 


Los residuos juegan un papel muy relevante en su obra. ¿Puede explicarnos ese papel y las cualidades que le confieren a las piezas? 

La basura es probablemente lo más desestimable y, sin embargo, todo material, incluso la basura, tiene una gran carga política. La manera en la que utilizamos la basura es una acción política. Al principio reciclaba la materia desechada del estudio, así logré establecer una economía circular y generar diálogos formales y conceptuales entre las obras. Ahora no sólo reciclo material de desecho del estudio, sino también de mi día a día. Mis últimas obras son un diario personal a través de los materiales reciclados. Además, reciclar es un proceso familiar, disfruto viendo a mis hijos descubrir la multitud de colores, texturas, durezas, consistencias y otras propiedades de los materiales que nos rodean. En relación con las cualidades, me interesa el contraste entre la basura y el arte, entre el cartón de un tetrabrick y los brillos de los cristales rotos o materiales dorados que nos referencian bienes de lujo; entre el valor de un material de desecho y el valor de la pintura. Esta es otra de las numerosas dicotomías que están presentes en mi obra, al final toda mi práctica es un juego dicotómico. 


Algunos títulos de sus obras llevan una numeración, ¿Es debido a que trabaja por series? 

Mi obra tiene ecos del minimalismo y mantener títulos numéricos es un guiño a ese periodo que fue tan importante décadas atrás. Además, entiendo cada obra como un fragmento de algo más grande, no me refiero aquí a trabajos realizados por series, sino a que creo que hay una vinculación entre todas las obras que un artista realiza a lo largo de su vida. Todo ese cuerpo de obra, el trabajo de una vida, es a su vez parte de algo más grande con lo que se relaciona en tiempo y/o espacio durante un periodo cultural, constituyendo un pequeño fragmento dentro de algo aún mayor, una narrativa histórica que hemos consensuado llamar “historia del arte”.  


Su estilo es único y ha conseguido hacer unas obras híbridas que a veces se clasifican como pinturas y otras cómo esculturas. ¿Cómo etiquetaría su trabajo? ¿Se siente parte de alguna corriente artística? 

No soy muy fan de las etiquetas. Mi obra reacciona a problemáticas de hoy, como es el exceso de basura generada o la hiperprocesación de alimentos. Se han publicado artículos donde críticos o historiadores empiezan a agruparnos bajo distintas etiquetas, pero yo estoy centrado en mi obra y dejo ese trabajo a los que realmente saben de ello.   


¿Qué tipo de respuesta o emociones intenta generar con su arte? 

Hacer arte es una forma de vida, quizá una manera de intentar entender el Mundo. Mi práctica no está influenciada por algo específico, sino que recibo información e impulsos desde muchas fuentes distintas, desde el uso que hacemos de los recursos naturales a la comodificación de la pintura. Mi trabajo es ser capaz de digerir ese cóctel y crear obras que reaccionen a ello. A veces se entienden como una provocación, otras como evocaciones; algunas veces sintonizan con el espectador, otras no. Siempre que no haya indiferencia, la obra es exitosa.  


¿Qué relación tiene su arte con la industria cárnica? 

Me interesa la estética que el fetichismo de la mercancía genera en esta industria. Vamos hacia una sociedad polarizada y con poco pensamiento crítico, esto conlleva a crear paquetes ideológicos y a no discernir, por ejemplo, entre la ganadería extensiva y la intensiva. Yo creo que una ganadería y agricultura sostenibles son posibles y deseables, sin radicalismos. Sin embargo, las inercias del mercado empujan hacia la comodificación de los animales y el procesamiento industrial, generando no sólo cambios en los valores nutricionales, sino también en su estética. Un ejemplo obvio es la diferencia entre el jamón ibérico de bellota y la mortadela, donde tanto la vida del animal como el procesamiento posterior de su carne transcurren caminos muy diferentes.     


Era apenas un adolescente cuando empezaba a ganar concursos de pintura y su obra ha evolucionado mucho en estos años. ¿Hacia dónde evolucionará su arte? 

Jugar a adivinar el futuro es muy complejo. Lo único que tengo claro es que voy a seguir pintando, nunca me he planteado dedicarme a otra cosa, el arte es una necesidad. Puedo intuir qué temas como la memoria y la espiritualidad seguirán presentes en mi obra, pero es excitante dejar abiertas las puertas a lo que pueda venir. Esto es tan solo es el principio.   



ARCOmadrid 2025

 

 

 

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