A APENAS DOS HORAS DE DUBLÍN, Y BIEN CONECTADA CON ESPAÑA POR AVIÓN –BARCELONA Y LA RECIENTE RUTA CON VALENCIA DAN CUENTA DE ELLO-, BELFAST HACE JUSTICIA A SU CATEGORÍA DE CIUDAD HISTÓRICA. NO ES CATEGORÍA MENOR CUANDO SE ESTÁ ANTE LA TIERRA MADRE DEL TRANSATLÁNTICO MÁS FAMOSO DEL MUNDO, UN LUGAR DE PELÍCULA. ACOMPAÑAR ESTE REPORTAJE CON LA FANTÁSTICA BANDA SONORA DE LA PELÍCULA THE COMMITMENTS Y METERSE EN SU PAPEL DE VIAJERO ES LO ÚNICO QUE DEBE HACER EL LECTOR.
El Titanic Belfast es el centro interactivo y nexo de unión entre la fatídica historia del enorme barco y el papel de la ciudad en que fue construido. Nadie sabe tanto de la esperanza, éxito y posterior tragedia del Titanic como Belfast, un simposio de cultura, historia y personas. Su pasado data de la Edad de Bronce y su futuro apuesta por la gastronomía y el arte.
Desde los chipies de toda la vida hasta la oferta de los estrellas Michelín, hay vanguardia y fish and chips para todos los gustos, regados con cocktails -en los bares de jazz- y cervezas artesanales –en los pubs de toda la vida-. El gentío abarrota el Mercado de San Jorge al que se debe ir para entrar en contacto con más de ciento cincuenta comerciantes que disponen sus puestos con toda clase de productos, antigüedades, mobiliario, incluso artesanía de metal. A pesar de todo, realmente se visita por la comida. Tres claves: carne de cabrito de Broughgammon Farm, pan de soda “belly-buster” de Belfast y el enérgico Ulster fry. Solo hay que elegir entre ir un viernes, sábado o domingo y pedir turno para respirar, o acudir entre semana y perderse el fantástico jazz gratuito de los fines de semana. Ni siquiera aquí se puede tener todo.
El MAC –el museo, no el de Apple- fue inaugurado en 2012 y es la sede de los eventos más importantes. Aquí se disfruta de la música, el teatro o la danza, entre otras disciplinas tradicionales, o de una discoteca sobre patines y espectáculos de telepatía. El dinámico mundo artístico que rodea el área del Cathedral Quarter donde se encuentra, corrobora que aquí hay mucho bueno; mucho de todo lo extraño y maravilloso de lo local e internacional. Un magnifico final a la visita a esta zona es el pit stop en el restaurante Native, de Yellow Door.
Como no podía ser de otro modo en todo destino turístico que se precie, los taxistas tienen mucho que decir. El tour en taxi negro presenta a un conductor que proporcionará un teaser donde sentirse actor protagonista de “the Troubles”. Una instructiva clase de historia mezcla de saber local y pequeños detalles locales sobre el conflicto de Irlanda del Norte que tanto ha marcado la tierra.
Con un poco más de tiempo, aguarda la Ruta de la Calzada, de banda sonora costera y a poco más de treinta kilómetros de Belstaff. Un recorrido de más de cien años, lleno de biodiversidad e historia, y con envolventes vistas que se alza sobre el mar pendiendo de los acantilados de basalto. De fama mundial, se trata de una experiencia increíble donde destaca su acuario, el puente tubular y el llamado Wise’s eye, un punto del sendero desde el que fácilmente puede sentirse el rugir de las olas en los acantilados.
Queda comentar el poderoso sello naval de su atmósfera, de la cárcel de Crumlin Road –una de las mejores atracciones de Belstaff, como acreditan los portales de viajes-, del Parque Natural de Cave Hill o el Ayuntamiento, pero también falta una segunda visita para conocer mejor todo lo visto y para descubrir lo mucho más que aguarda en esta tierra. Y éste es otro viaje y también otra película.
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